El otro día hablaba con unos amigos sobre la economía sumergida, y la cantidad de gente que trabaja sin declarar lo que factura. Por un lado está claro que está mal hecho, que si todo el mundo lo hiciera así el país no funcionaría, y no se podría mantener nuestro actual sistema económico.

Esta semana leía en la prensa que los expertos pedían al gobierno facilitar la emprendeduría, reduciendo trámites, y sobre todo, rebajando costes, tales como la cuota de autónomo o el impuesto de sociedades.

En principio, si se facturan menos de 3.000 euros al año, no hace falta darse de alta como autónomo, y se puede hacer facturas solo con el nombre y DNI, eso sí, haciendo las retenciones del IRP y declarando dicha factura.

Pero por ejemplo, alguien que tiene un trabajo por cuenta ajena, y en su tiempo libre quiere emprender y hacer un trabajo por cuenta propia, en el que factura, pongamos 400 euros al mes, al año va a sumar más de 3.000 euros, por lo que para hacerlo de manera legal tendría que retenerse el 15% (60€) más pagar la cuota de autónomo (que si ya fue autónomo en el pasado y tiene más de 30 años, son 245 euros). Es decir que de los 400 euros que ganas, tienes que pagar 305 euros en cuota e IRPF, por lo que tu ganancia neta sería de 95 euros. Vamos, un sinsentido.

Me parece injusto que la cuota de autónomo sea la misma independientemente de la cantidad facturada, o sea que uno que factura 10.000 euros paga la misma cuota que uno que factura 500 euros.

La conclusión a la que he llegado es que hasta que no factures una cantidad cercana a los 1.000 euros no te vale la pena darte de alta, aunque esto pueda ser un problema no solo por la ilegalidad de la acción, sino también para la empresa que te paga, que lo normal es que le interese declarar lo que te paga.

Aun así, si facturas 1.000 euros, tendrías que pagar más de un tercio de lo que ganas entre cuota e IRPF, por lo que te sale mejor pasar de emprender y buscar un trabajo por cuenta ajena que te asegure al menos, poder ser mileurista…y así nos va.